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Interior de dos pebrots/ Lluís Català |
El exjefe de cocina del restaurante elBulli de Ferran Adrià, Albert Raurich, revolucionó las tapas asiáticas y consiguió una estrella Michelin. Ahora se introduce en un nuevo proyecto en el nuevo restaurante Dos palillos, esta vez para reivindicar y actualizar el recetario gastronómico del Mediterráneo en formato tapa.
Dos pebrots es un espacio para compartir conocimiento con tapas, con cocina contemporánea de origen. Y lo hace ocupando el espacio donde vivía el Bar Raval, un mito canalla del barrio homónimo. “El histórico Bar Raval era donde íbamos a tomar la cervecita cuando acabábamos el servicio de noche. Un local con mucha historia. Cuando me comentaron que me lo quedara, no pude decir que no.”
EL CONCEPTO GASTRONÓMICO
Del antiguo local, Raurich ha respetado el rótulo del marco de la puerta y la esencia de bar, pero ha dado un giro a la propuesta con su estilo: conocimiento, cocina bien hecha y diversión. A raíz de la colaboración de dos palillos con la Bullipedia, toma fuerza en dos pebrots el camino del conocimiento que pone en contexto a los platos, buscando su origen para así entenderlos.
Los platos de dos pebrots están pensados para compartir y aparecen descritos en la carta con especificaciones de origen, ingredientes y material de uso, ejemplificando la voluntad de Raurich de reivindicar el bagaje gastronómico del arco mediterráneo. En la misma carta muestra propuestas del recetario tradicional y otras menos conocidas, actualizadas y acompañadas de una carta de bebidas también curiosa.
Defienden la tapa junto con la filosofía de compartir y el formato de raciones pequeñas para degustar varias elaboraciones. Algunas de las elaboraciones que se pueden encontrar en este nuevo restaurante son el coulant de butifarra negra, verduras napolitanas sotoollio, arroz a la capuchina o chokuland, salpicón de vaca o fricandó de pescado.
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Verduras a la napolitana y «tetillas Maldonado»/ Lluís Català |
El dos pebrots se ha ido creando en el taller del dos palillos, un espacio totalmente abierto donde conviven plafones de pórex con productos secándose, libros de cocina con catas de vino, maquinaria de cocina con listados de productos de temporada.
Se trata de un espacio diáfano donde los camareros cocinan y también sirven, con suelo de piedra antigua del mismo edificio, maderas y un blanco y negro buscado. La entrada está presidida por una larga barra y varias mesas bajas donde se tapeará sin reserva. Una barra más informal –con capacidad para 8 personas- será atendida directamente desde la cocina, y varias mesas de diferentes tamaños conforman el comedor principal. Encima, el altillo –con una larga mesa de madera- brindará la oportunidad de compartir espacio con el cocinero.
EL EQUIPO